Escasas 48 horas han pasado desde que los españoles volviéramos a votar (otra vez) porque hace seis meses lo hicimos mal y el presidente del Gobierno, todavía en funciones, no descansaba sabiendo que, en el Consejo de ministros, ministras y ministres, podían sentarse Pablo Iglesias y compañía. Hoy ya podemos decir que el presidente ha encontrado la solución a sus problemas y ha sellado un acuerdo con Unidas Podemos para conformar un ansiado gobierno progresista.
Sí, han leído bien. El bloqueo que hemos sufrido durante todo este tiempo y que nos ha costado, como mínimo, 140 millones de euros por la convocatoria electoral, se ha solucionado de forma exprés en un comedor del Congreso de los Diputados (bautizado como “Pacto del comedor”). Pero, ¿no hay que negociar un programa de legislatura? ¿y la gran coalición? ¿los pactos de estado? ¿las reformas? ¿la ralentización económica? Por favor, primero foto y sillones y después todo lo demás (Iván Redondo dixit).
En realidad, ¿a quién le extraña este hecho? Pedro Sánchez dijo que no podía dormir con miembros de Unidas Podemos en su gobierno; hoy Pablo Iglesias va a ser vicepresidente. Pedro Sánchez aseguró que detendría a Puigdemont (“la Fiscalía soy yo”); hoy sabemos que su gobierno directa o indirectamente va a depender de los independentistas. Pedro Sánchez prometió que no sería presidente a cualquier precio; hoy sabemos que necesita pactar con más de seis partidos distintos. Entonces, ¿qué nos puede extrañar? ¡Nada!, Que somos progresistas, ¡hombre!
A mí, personalmente, tampoco me extraña nada. A lo que me lleva es a hacer un ejercicio de creatividad para imaginarme cómo va a funcionar ese gobierno progresista. ¿Que los catalanes quieren la autodeterminación? El presidente dice que no porque es constitucionalista, pero el vicepresidente dice que sí porque votar es democracia. Somos un gobierno progresista y aquí caben todas las opiniones. ¿Europa nos obliga a recortar el gasto? El ministro de Economía acata lo dictaminado por nuestros socios europeos y el de Hacienda no, porque el dinero público no es de nadie y menos de Bruselas. Es que somos un gobierno progresista, oiga. ¿Amancio Ortega dona dinero y medios a la sanidad española? Es un gran empresario y patriota, a la vez que un defraudador y explotador. Invito al lector a que haga este ejercicio imaginativo con cualquier reto que le afecte o se plantee de aquí a los próximos cuatro años.
El problema radica en que, si nos vamos al lado derecho del tablero político, seguimos sin encontrar una alternativa al sanchismo y sus socios (perdón, a los progresistas). Mención especial merece en este sentido la debacle de Ciudadanos, que, si bien muchos la esperaban, pocos fueron capaces de prever su magnitud. Como consecuencia, Albert Rivera ya es historia y se ha marchado con la música a otra parte (nunca mejor dicho). Muchos analistas consideran que Ciudadanos perdió el centro y aquí están los resultados. No termino de estar de acuerdo. Ciudadanos apostó por la derecha para sustituir al PP y su votante provenía fundamentalmente de este partido. Mirando las estadísticas, los votos perdidos se han ido al PP y fundamentalmente a VOX. No al PSOE. ¿Dónde está el error? Por su puesto, en el ya famoso veletismo naranja. Si apuestas por algo (“con Sánchez NO”), asúmelo hasta el final; pero Ciudadanos ha jugado al ni contigo ni sin ti. Además, ¿quién quiere sustituir a un partido entregándole al mismo tiempo todo el poder municipal y autonómico? Se habla de Inés Arrimadas como figura a liderar y relanzar Ciudadanos. Digo yo, ¿acaso no representa lo mismo que Albert Rivera?
Si analizamos a los otros dos partidos del centro derecha español, observamos que la subida del PP ha sido absolutamente eclipsada por el fuerte ascenso de VOX a costa, precisamente, de Ciudadanos y no del propio PP. Los resultados del PP, si bien mejores que en abril, me siguen pareciendo ilusorios. La llamada a aglutinar el voto útil le sigue dando réditos, pero ¿hasta cuándo? Entre los muchos problemas que tiene, para mí el principal es que ni su mensaje llega ya a los jóvenes ni los nuevos dirigentes pueden pretender vivir siempre de los logros del pasado. El PP tradicionalmente ha sido un partido de gobierno y el domingo por la noche celebraron mantenerse como el partido líder de la oposición. Es el momento de hacer autocrítica a nivel interno para poder buscar soluciones a los problemas de la gente. En caso contrario, les auguro un negro futuro. En cuanto a VOX, la campaña se la ha hecho la propia izquierda y los medios de comunicación. Si a ello le sumamos sus eslóganes de acabar con la “dictadura progre” y la “superioridad moral de la izquierda”, se entienden perfectamente sus fantásticos resultados. Si tienen un techo o no, el tiempo dirá.
Mi conclusión es que el centro derecha no volverá a gobernar este país y no será alternativa al progresismo mientras siga acudiendo tan dividido a las urnas. España Suma, ¿les suena?
Algunos dirán que lo más sensato y conveniente para España hubiera sido un gobierno de concentración nacional formado por PSOE, PP y Ciudadanos. No se engañen, eso es absolutamente imposible que ocurra mientras Pedro Sánchez forme parte de la ecuación. Nunca ha querido ni querrá eso (en realidad, ninguno de los tres lo desean.) Con estas elecciones ha conseguido deshacerse de Albert Rivera y con este gobierno progresista lo hará de Pablo Iglesias. Ten cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos, dicen. Y Pedro Sánchez ha sentado a su lado a Pablo Iglesias. Que pase el siguiente…
